FUE MUCHO MÁS DE LO QUE PENSÉ 2011

Exposición Fue mucho más de lo que pensé, Santiago, 2011
Galería A.M.S. Malborough


LEER TEXTO CURATORIAL

D1

Me quedé mirando esa sencillez
200 x 300 cm. , Óleo sobre tela, 2011


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Noche de estrellas
96 x 108 cm. , Óleo sobre tela, 2011


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Las nubes de Demócrito
96 x 108 cm. , Óleo sobre tela, 2011


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Algo de ave que se mueve
200 x 300 cm. , Óleo sobre tela, 2011


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La gran vaca
200 x 300 cm. , Óleo sobre tela, 2011

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El espejo
96 x 108 cm. , Óleo sobre tela, 2011

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La línea de Veraline
96 x 108 cm. , Óleo sobre tela, 2011

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Yo soy tu padre
96 x 108 cm. , Óleo sobre tela, 2011

refinamiento

Pocos juegos literarios son más placenteros que la enumeración caótica, solo un par de ejemplos al azar _ La paz, la avispa, el taco, las vertientes. / el muerto, los decilitros, el búho / los lugares, la tiña, los sarcófagos … de Cesar Vallejos, o perejil, ajos, corbatas / langostinos, zapatos , hongos, telas / liras que corren y que con ellas vuelas…, de Rafael Alberti, provocan la alegre sospecha de que cada persona se podría inventar una enumeración caótica propia; de que entran en un poema todos los componentes del mundo y de que se podría vivir así, atesorando todos los objetos, todas las historias y los pensamientos sin obedecer a normas ni obligarse a renuncias, salvo en lo concerniente a la solidez interna y particular de la nómina.

Para el filósofo y legendario Leo Spitzer, el mencionado recurso “acerca unas a otras las cosas más dispares, lo más exótico y lo más familiar, lo gigantesco y lo minúsculo, la naturaleza y los productos de la civilización humana como un niño que estuviera hojeando el catálogo de una gran tienda”.

La pintura de Samy sucita un goce parecido al de la enumeración caótica. El deleite de imaginar que todo cabe, que nada es difícil y que también uno pudiese armar el catálogo de su vida – un listado de las cosas queridas -, del mismo modo como se congregan en su obra sus tío y tías, los zapatos de su sicoanalista, el circo de al lado de su casa, las formas por él llamadas redondas y puntudas, las vacas, los gatos, sus superhéroes de la pintura, su mujer Susana y las escaleras, las nubes, los cigarrillos.

Pero no se trata de juntar imágenes a la buena de Dios o quizás sí, aunque eso es materia de cábala y misticismo (asunto de los que Samy algo sabe, hay que decirlo) -; se trata más bien de progresar desde una estructura a la otra, en una búsqueda de la máxima seriedad que abre pasadizos crecientemente sustantivos y geométricamente multiplicables.

A aquella búsqueda se debe el nombre de esta muestra – Fue mucho más de lo que pensé -: porque a estas alturas lo que Samy encontró en la pintura excede con la largueza a sus expectativas; porque si de joven no tenía demasiado claro en qué se estaba metiendo, se enteró ya allí sus miedos, su perplejidad y sus ganas; sus sentimientos más fuertes y trascendentales.

El gran descubrimiento es éste: que para avanzar es imprescindible el fracaso y la torpeza. Samy hace acopio de ellos como si fuesen milagros. De sus equivocaciones y disparates es que sale “mucho más de lo esperado”, reapareciendo con total pericia en obras posteriores. “Para tener enjundia, la pintura necesita el error y el sufrimiento. Si eso esta ausente, no hay de dónde agarrarse. Mira estas líneas, por ejemplo, fueron hechas con una pincelada absolutamente tonta pero me revelaron un sistema inédito de construcción que luego se transformó en un recurso gráfico maravilloso.

Junto con atesorar sus errores Samy conserva un depósito de citas. En ellas se apoya como si fueran sus antepasados.

Las hay solemnes como las de Confucio, Keats o de Dante y otras más prosaicas como esta perla del absurdo: – “Perdona, pero te tengo que cortar” – recogida a vuelo en el teléfono.

Una de aquellas citas, resume a la perfección su actual momento. “Es una idea clave, formulada por un señor muy interesante llamado Robert De Niro”, observa Samy, quien dijo que su palabra favorita es “refinamiento”. “También yo aspiro al refinamiento. La evolución del trabajo debe tender a eso”, reflexiona.

No es poco finura y equilibrio; sencillez y complejidad; exactitud y delicadeza. “ Algo habrá en el este juego infinito”, cavila; la forma la estructura, el color. Cuando eso anda bien no importa de qué otra cosa se está hablando”.

Entonces se atreve con grandes áreas vacías y tapa otros con planos enormes y oscuros. Desarrolla grafismos en distonto tamaño y color. Practica, recortes y calados. Ensambla collages con lo que tiene a mano. Fotografía atmósferas y matices y estudia la precisión – el ángulo y la curvatura -, indagando una y otra vez en las mismas figuras.

Se trata de investigaciones formales respecto del tema posee importancia relativa. Como en la obra Me encontré en una selva oscura, con un personaje que al centro del espacio se encuentra ya ne la mitad de su camino. Es el mismo Samy percatándose de las connotaciones terrible de la existencia. “A los veinte años me creía transgresor y dramático. Pero hoy, a mitad de camino de la vida, veo que era de un total candor: ahora me doy cuenta de lo que es realmente el drama, la desilusión y las pérdidas, aunque persistan el humor y la esperanza.

Samy entonces quiere ser tan instintivo como cauto; tan complejo como sencillo; tan figurativo como abstracto. En otras palabras, tan culpable como inocente. Quiere al fin y al cabo que su gesto esté bien plantado, con el aplomo y la simplicidad de la madurez.

Por eso es que vuelve cada tanto sobre sus trabajos agregando elementos y restando los que están de más. Pero hay algunos a los que no les toca un pelo dictaminando que no les sobra ni les falta nada. Los da por concluidos y los deja, los da por concluidos y los deja: “para ir almorzar como decía Calder – it´s lunchtime – cuando terminaba una obra.

La fortuna anula las distancias, es uno de ellos y tiene a Samy completamente satisfecho. “Esa forma naranja, que iba a ser una casa y se convirtió en una especie de animal” Este reflejo blanco y esta otra figura marcada con una flecha, que simboliza el Big Bang: “el punto central de donde salen todas las cosas”, un vórtice similar al de las alfombras persas de la casa de su madre – “esas verdaderas representaciones del cosmos”- que el pasaba horas mirando cunado niño.

Pero si de vórtices se trata, imposible dejar de mencionar a Borges – era que no, considerando que fue también gran maestro de la enumeración caótica. Samy ha llegado a soñar con Borges y le pide ayuda para titular sus obras, pero es probable que ya no la necesite, va bien encaminado, más derechito que nunca a alcanzar su Aleph personal.

Verónica Waisbluth G.